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RELATO



EL LIBRO INDECENTE DE LA MUERTE

Autor: Francisco Medina Cárdenas


A

Extrañamente un ritual se suscita en el reino del día de hoy y estalla con todos los brazos del viento como una señal confusa de uno y de otro en la vida diaria. Quizás un tributo que se exprime de aquellas nubes verdes que yo acostumbro a mirar: advirtiendo una caravana de corrientes metidas en la montaña. Quizás las curiosas estaciones reclaman sus elementos y traiciones desafiando así el porvenir de aquellos filósofos que exitosamente cuidaron cada mañana con los ojos en las piedras desnudas. Tengo mis ideas históricas: se filtraron grandes árboles de capas duras e inexistentes en el color de aroma de aquellas cenizas que dejó la fuente natural. Observa como las aves del cielo enfilan adiestradas como fieras pequeñas en bandadas militares: aquella vez fueron maravillosos incendios que explotaban en el aire a sangre y fuego...Fue algo creciente que no estaba en la aventura de aquellos ojos esa madrugada con estrellas eran como los siglos de minúsculos instr. mentos mágicos. Eran los timbres, las noticias, los teléfonos, eran asesinatos lúcidos, fatalmente. Espera, dijo el jovencito: déjame que te pinte una vez más la escena (desapareció por un instante, regresando ahora con sus armas de colores, se trata de un pincel para los trazos, una paleta manchada cuatro frascos para los matices y un lápiz de grafito). Él trataría de pintar las tramas del infinito con el furor metálico de las ilustraciones. Él trayendo lo innombrado con los hallazgos del ojo como si fuera la primera vez: temía que alguna aguja o telaraña fuese a perturbarlo con su sombra amenazadora. Pronto la dinámica de los pinceles fue mostrando los problemas de la calle en su espíritu coreográfico con una hipótesis impresionante. Entre tanto sus manos iban registrando aquel patético boceto: la luna con sus caracoles petrificados trayendo los amarillentos exilios. Me advierte preocupado el cuento de la radio con cada jornada opositora despotricando las torturas y de las raíces nómadas que traen las horrorosas miserias del tiempo más allá de los cinco sentidos: él trayendo los conceptos abstractos de las calles con sus esqueletos básicamente muertos: tiene delante una arquitectura de sonidos con sombras que solo saborea gotas de agua que salen de alguna parte.

(…) dejemos todo esto abandonado: mira que las estrellas andan corriendo en un galope misterioso y, Súbitamente ¿Qué está sucediendo: cuando, desde las alturas las palomas observando esas móviles sombras: parecen fusionarse con los espacios de la calle: tenemos veloces infiernos, Oye, espera, le preguntó: Quiénes son esos y, otra vez, Vámonos: Ese callejón es más seguro porque el cielo no es un lujo. No no no, Somos testigos de algo que parece espeluznante: Pero, en la ciudad los espejismos brotan como callampas. Claro que nosotros así como estamos no podemos hacer nada: ese caudal profundo de sombras y tortugas ninja están sin texturas. Oye, por favor guarda silencio, le dice, Cállate: confieso que la vida ya tocó fondo. Vienen por allí dos vehículos engomados: Si si. Ya diviso sus orillas, su propio movimiento: Se esconden ellos en las entrañas de aquel extraño amanecer: quieren madurar un gran dolor: Se abren todas las puertas negras: Son tantos palitroques, que se desean siendo dioses: Semejantes a una buena película de contrabandistas: tal vez algunas tentaciones: Descienden muy olorosos varios tipejos caraduras que se derriten en los colores: Pero, Si si, Están sacando a alguien a tirones como una descarga de fusilería: Arrastrándolo…un fardo de ropa sucia: un constante juego ofensivo… No lo sé, Hoy mis ojos de pintura no me acompañan mucho porque, Yo veo a uno de ellos (un objeto verde como un demonio) Ese caradura es algo flaco, moreno, de pelo bien crespo, tiene pequeños bigotes: Ahora el tipejo ca davéricamente levantando una voz chillona que parece de astilla, quizás un nombre vacío No lo sé Seguramente está dando instrucciones más allá escupe viene después No lo sé, Él, quién, dime algo, Creo no equivocarme, Ese hombre aflautado verdaderamente es el jefe con su engominado acento guachaca. Babea como una pelota, su cuerpo. Los atigrados adolescentes refunfuñando y oteándose uno al otro y dándose señales preocupantes, ellos con la agitación de sus ritmos cardíacos allí se encuentran en un hito casi inexistente. “Ellos se acoplan a cualquier cosa de lka muerte”. Espectáculo. Circo Negro. Avenida Las Torres con Santos Medel. Ufff. Amigos.

La populosa Comuna de Pudahuel. Lugar de los lloros, Y de tantas sangres con imitación de contrastes.

SeÑoR sEñO …auxilio…alguien…

(Ella un ser tan triste en ese momento con sus carnes apelmazadas buscando tantas llaves inservibles.

(Ella con sus ojos de agua seguramente que no quiere continuar respirando en este tremendo vacío)

ALGUIEN está viéndome, grita…y su cabeza soportando y gira en un ángulo como una goma fría

Alóóó…CUÁNTOS me escuchan…se pregunta por cuarta vez moviendo sus ojos enloquecidos

Mientras los insectos apretujados y tan caraduras continúan lamiendo ese exquisito manjar rojizo fuerte Ella sintiéndose como en un precipicio y con sus huesos rotos y la mirada perpleja en otra dimensión

Soy una míSERA mujer…(ella pensando) vengo con los malos espíritus de mi pasado verde luna

Van arrastrÁndoME…canallas… (ella así no más murmuran los adolescentes en el mirador)

Parezco una espuma fuera del agua…exactamente un bulto muerto y una boca le habla

Ella dudando bajo la noche fría fuertemente tanto rumbo al cementerio ambulante

Si si Quizás sea un monigote esos de plástico todos disparando sus pelotas Ayyy

Oiga… Ella se llama Margarita… la señala con una voz saladamente buena

Allí ese día la muestra orgullosa, la mujer se encuentra muy nerviosa,

Mi querida madrecita una mujer valiente con su respiración acelerada.

Ella me contempla con mi blusa color marengo puesta por un momento, quizá llora…

Ellos los caraduras se infiltran en mis arterias y van carcomiéndome con sus zapatos de goma

En sus mentes hediondas se recuerdan de algunos cuerpos, Ahora los gorilas con sus pellejos y disfraces, Ellos apareciendo en los diarios opositores los mafiosos haciéndole a la muerte con sus bluyines.

Ellos con sus uniformes ensangrentados con morisquetas a las multitudes democráticas

Ya me violentan estos fundidos autómatas con un nuevo ritmo afro tipo DINA

Observamos como van golpeándola con esas terribles macanas de plomo

Mientras tanto los rictus de sus caras se descuelgan en el espacio,

Pronto Ellos alucinándose con ese ritual de la violencia

Y descubro una luz amarilla en la yema de mis dedos

Mi rostro lleno de hematomas, Siento la voracidad animalesca Y los hilillos

Claro, La memoria Tambaleando Y trajinando Y en algún punto negro,

Mi cara es una máscara griega

Y que va amoldándose a mis dolores,

Descubro Allí con el Héctor y con mis otros dos hijos pequeños,

Y en sus ojuelos preocupados por su madre,

Hoy están llamándome…

Reconozco esas voces enronquecidas…

Todavía no regreso de este maldito paseo sin retorno,

Ya nada puedo hacer,

Quiero estirar mis lágrimas…Si Pierdo otra vida

Quiero borrarme de este paisaje Con los dibujos de esta encrucijada.

Y en mi pieza Allí una vez más Cada mañana Están llamando las Víctimas con Radio Cooperativa explotando el dial con las noticias de los muertos…

B

En su adormecimiento por una oleada de minutos ella sustantivamente encerrada en sus oídos, Tráfago de

Ella rememorando una y otra vez a su familia, Y nosotros aquí arriba supimos mucho después (,,,)

El tiempo es un fósforo y pitea la crueldad, pero se pregunta, Dónde estarán anotados tantos pensamientos,

Si, amiga mía, esa compleja estructura relojera de adornos corporales dándole datos increíbles cuando, No,

Yo creía que ya había olvidado nuestras miradas y nuestros espacios, Cuando se despertaron mis recuerdos.

Espera, mujer y lo anota en su voz, mirando en la distancia a su Quico, Ella anónima con cierto misterio,

Recuerdo. Vamos a comprar sopaipillas en el almacén del barrio Y una entusiasta pregunta que él asiente con una amplia sonrisa, Luego él está contándome sus sueños de justicia que se atraviesan por su mente, también esos voraces sueños de adolescente y cuando el compañero Allende tuvo que saciar al pueblo, Mientras avanzamos tranquilamente e insaciables por una calleja del populoso barrio Lo Ovalle Pronto Se quedaron casi congelados en un enfermizo silencio hasta llegar de regreso al lugar. Un viento de calavera.

La señora Margarita Muñoz les abre la puerta, tiene en su rostro algunas preocupaciones, en seguida está pidiéndoles que no metan ruido. (Ellos cuando no existía nada uniforme con las invenciones del mundo)

Ella sabe que está sin zapatos y sus ropas terriblemente lacerantes Ella de nuevo metida en sus sueños como

Está viendo a los niños, Ya duermen Y con su cabeza fría Y está segura que no sale de aquella ratonera Pero Llegan a su memoria cuando Mira Como Golpeándola Ohh Qué terrible… Ellos los adolescentes

Ella Ese día está contenta por varias situaciones, Asiste con cierta curiosidad a una peña de la población.

Escucha de los cantautores varios cánticos populares explosivos, eléctricos y rebeldes que van entrando y saliendo por las orejas y, Ella ahora se quiebra como un jarrón de porcelana, Si, Tienen en sus manos los vasos del vino tinto y las empanadas caldeas Y dE pRronTO Brota una tonada y Salen varios al ruedo para bailar la cueca movida y el grosso cigarrillo con sus volutas azules tragándose las moléculas de seres insignificantes y,

PERO ELLA CON FUERZA TRATANDO DE HUIR DE AQUELLOS FANTASMAS… Por supuesto, Cada uno de los presentes en la Peña de los González trabajándole al lenguaje de las víctimas, Sabiendo ella y ayy qué de recuerdos mi amor y ella soltando un suspiro y de tantas cosas horribles cuando,

Fue con la Dictadura Militar cuando crearon la DINA con el siniestro coronel Manuel Contreras a la cabeza con el exterminio de la izquierda y ella continúa con sus polvorientos pensamientos Y ahora todos se encuentran un poco nerviosos y sonríen algo tiritones Quizás sean las garras del frío y entonces persisten metiéndole harto fuego a la chicharra del blábláblá… Es la neblina espesa apoderándose de la mismísima sombra de cada partícula de su cerebro, pensó largamente, Y otra vez las bocas de los cantores dándoles tantas ínfulas a sus pulmones, Y ella claro que ya se había olvidado del tiempo, Y se prolongan las guitarras como genuinas alarmas de la tierra y aquellos hocicos olientes a madera fresca emitiendo sus señales atercio peladas Allí En el fondo de la oscuridad rebuscando ella ciertos resplandores con las señales invisibles (…)

Hoy con sus retinas bien abiertas Ella se encuentra introducida en aquellas clases, Encuentra que fue una bonita idea traer esa escuela de modas a la población, piensa en el ruidoso suceso para todas esas mujeres, Si, Justamente aprendimos entremedio de nuestra pobreza a hacer blusas, faldas y otras cosas para nosotras y a nuestros hombres les hicimos camisas, pantalones y chaquetas, etcétera,

Quiero mover mi cuerpo y continuar batallando con mis vecinas y mis amigas me felicitan por algunas ideas afines pero, si si la profesora una chiquilla madre soltera que sigue hablándome de otros planes para el futuro y sus ojos dilatándose…

Ohhh Con horror descubro el delantal de su cuerpo que va extinguiéndose (…)

De improviso, apagamos la luz del dormitorio. Por allí nos rodean las voces del mundo exterior

Vi en las mandíbulas negras como si fuese un sol oscurecido en algún ángulo,

Antes de dormirse, mi esposo Quico comentándome la gran protesta que hicieron cerca de un callejón, Tengo que abrir los ojos con mayor sensibilidad y, Ella claro que oía la respiración a su hombre pero…

Mi amor, dijo y era una voz de falsete, Estaban casi todos los vecinos y luego añade en su conversación e incluso le relata que habían varios jóvenes con sus padres y éstos adolescentes hicieron de soldados,

Y él semejando una estructura viva y solidaria y siempre respirando y ahora se cruzan sus miradas,

Vi también algunos niños en la lejanía con sus imágenes semejando los pequeños simios del zoo

Y empezó a surgir el fuerte humo de los neumáticos y ellos en un tropel de la periferia,

Si si Todos eufóricos con aquellos cilindros de caucho que estaban ardiendo y quejándose

E implorantes chirridos acuosos con palos con trapos con diarios y con montones de ramas secas

Y entre las llamas se escuchaban cánticos y la fatal humareda y vaya que iba tapando el lenguaje,

Allí ella oyéndolos pegada a su cuerpo y entre saltos y gritos de guerra y en la calle popular sonoras ideas

y llegó la famosa Radio Cooperativa y ya a estas alturas nos daba la impresión de un campo de batalla,

Sí, es la pura verdad, él dice, igual a una película que había visto un día en la televisión, no se acuerda

ni del canal menos del título, Quizás los personajes cinematográficos eran de color tipo azabache y,

ellos coludidos destrozaban las vidrieras de los almacenes y, llegando la policía antimotines

en sus caballos y vehículos todo terreno fueron arremetiendo contra los manifestantes,

Y ella a medida que iban pasando las horas allí notaba la diferencia en ese cuchitril,

Allí una vez más respirando profundamente, todavía sigue la revuelta de los pobladores,

ellos casi en las lágrimas están pidiendo paz y democracia y,

Ahora ellos dos están abriendo sus párpados

Y escuchando desde sus entrañas algo tan extraño

De muy cerca voces quejumbrosas de los que huyen y

Los brutales caballos de la policía y jeeps de los militares

Destrozando a la muchedumbre en el pavimento de las calles

Y ese tableteo de las balas escupiendo sus maldiciones de plomo

Incorporándose en la cama, la María Loreto y el Quico con las manos cogidas,

El aire de la noche larga que desea introducirse por las rendijas de la muralla y,

Les llega el ruido de las botas de aquellos carabineros del Grupo Móvil

y los rabiosos bocinazos que emiten exploradores y pinochetistas

y se escuchan tan de cerca las amenazas de los verdugos y,

Claro, clarito esos son bravos estampidos de armas de fuego

y aquellos en el suelo los furiosos gritos de los heridos,

Ahora traen a sus mentes la María Loreto y el Quico

imágenes en blanco y negro de dos niños muertos

Allí descubrimos los cadáveres tirados en el barro.

Ella desconcentrada enfrentando nuevas agresiones

Y los adolescentes desde el cielo pendientes de cada cosa

Como pensar en algo, no lo sabe, quiere olvidarse de todo

Y en su pierna lleva alojada una bala, pero, quién lo hizo, Él, quién, se trata del más macho de los cobardes en un arrebato de furia cuando,

Allí con la carne destrozada sopesa su derrota de mujer, haciendo un ademán característico

Ahora está observando las maravillas de tantos delitos de aquellos delincuentes de uniforme

No soy la primera en tener tanto sufrimiento

ELLA TAN ENVEJECIDA FRENTE A LOS CRIMENES

¿acaso seré la última mujer asesinada en este desploblado?

Ellos los agentes del estado cursando apuestas

Yo trato de conciliarme con la chorrera de visiones que irrumpen con sus olores aquí en el cadalso

Y ella en sus incertidumbres

Y ella mirándolos a los ojos Y de pronto creyó ver un vestido blanco,

Y recuerdo clarito

Y fue a mis ocho años de edad Y fue mi Primera Comunión

Y la fiesta de una niña

Todavía en mi trompa de Falopio

Y escucho el retumbar de las risas de mis padres y allá mis hermanos

Y el cura con su voto de pobreza y sus prédicas sociales y él dichoso hablando de Theillard de Chardin

Y las felicitaciones de mi numerosa familia porque era una mujer en el redil de las consagradas PERO…

Allí las bestias trabajándole a mis huesos

Y allí descubro las carencias psicológicas

Y sus infancias rotas

Ohhh Otra vez mis carnes rompiéndose en mil pedazos,

Y sus alientos fofos

Y sus rostros amarillos

Y varios golpes de puño

Y estos maricones de siete suelas Y sus malolientes risotadas

Y sus vidas

Y ellos los muy caraduras meando en cada árbol Y se cubren sus cabezotas rapadas con algo negro,

Y yo una mujer de pueblo Y con tanta mala suerte Y murmurando muchas cosas entre mis dolores,

Y hoy quise otras ofertas Y otras alegrías Y mis entresueños se frustran Y ya pronto me voy a morir

Y es mi espantosa agonía aquí en las torres de alta tensión Y ya no me falta nada para mi asesinato

Y ya sé ubicar a las bestias del regimiento Y ellos jugando a las muertes Y sus propias familias

Y qué alivio señores de los cementerios

Y ellos que están guardando todas esas voces vacías.

C

Ella caótica se yergue y ferozmente echando su cabeza a un lado cuando huele toda la soledad que va metiéndose en sus catastróficos y ellos los hampones anfitriones con sus aguas sucias dándole la noticia al mundo cuando la Radio Cooperativa corrobore en la pauta informativa de su acribillado cuerpo

-Oye, dice uno con el ojo tuerto, tú podrías imaginarlo y otro metido en su camisa azul como aquellos animales de hormigón olientes a cebolla en escabeche Todos con los bolsillos llenos con los billetes que fabrican en La Moneda y todos riéndose hace un rato de sus propias desfloraciones.

Son los primeros socios que se anotaron ese día en el regimiento para estas aventuras de la muerte, dicho de otra forma en los parámetros de los disfraces y con el dedo índice en los labios pide silencio, seguramente dirá un cierto discurso y se recuerda el uniformado como en aquella fotografía, allí tuvo que discursear como comandante de derecha en patria y libertad, Si, cuando el mentado pablo rodríguez le pedía que hiciera algunos trabajitos a nombre de la araña,

-Bueno, recuerden que somos las personas juramentadas del Ejército de mi general Pinochet y que férreamente integramos la nómina de la Brigada Mulchén.

Ella escuchaba con asquerosa ventilación la maldita respiración de cada uno de los perros pero, sabe que se encuentra en medio de un camino solitario, Quizás alguien esté mirando sin atreverse a delatar su cuerpo, ella mira para todos lados sin atreverse a subir la cabeza.

Le amarran un chorizo con cartuchos de dinamita, ahora ella levanta sus ojos al cielo, De su epidermis como cuelgan estas figuras geométricas semejando condecoraciones o simplemente cabelleras planas,

Ella está cantando en su desnuda mente,

Quizás sean las medallas del dictador en sus guerras ficticias, se imagina ella, Chismorrean que fue una guerra abierta los primeros días de la asonada, Ahora la mujer con sus bordes en las heridas, ella se recuerda de la escena callejera con la gorra del ejército, ella sin saber cómo, allá lejos todos están llenos de miedo, mientras con humor negro simulan disparos entre ellos mismos y, las risotadas son por una mujer menos en el planeta.

Irrumpe otro vehículo y se baja un capitán, con fuerza en sus palabras ordenando que se apresuren, pronto llegarán las luces del amanecer,

Vi el uniforme de los gánsters, hasta la mitad semejantes al de las mujeres, Si, esos mismos enquistados en la carroña de los cuarteles, Otro que desciende lleva un terciado que le cruza el pecho lleno de balas, Ese otro tiene una cara de sicópata y, cuenta que lleva un gran revólver para matar los miedos, mientras que otro transporta una metralleta para crear las agujas de la muerte. La tensión sube de niveles,

Ella sabe que va a morir

El tiempo está en sus bolsillos

Revisando ella todos los alrededores

Con ojos cadavéricos demasiado rotos

Ahora la niebla poco deja al descubierto

Ellos con los palitroques descompuestos y se burlan a sí mismos Son cuatro o cinco fantasmas que la insultan…

D

Ella gritando un rato con la fusión de los caballos.

Ahora. Está sola. Ya se han retirado los agentes del estado

-¡Voy a morir!! repite a la concurrencia muda e inexistente quedando agotada.

Las voces de mis hijos grabándose en mi cabeza.

Mi madre con taquicardia.

En la Comisaría preguntándole al sargento por enésima vez.

Quico mi marido preocupado dialogando en la Vicaría de la Solidaridad

En el centro de Santiago él mira a los universitarios como reclaman contra los asesinatos del CNI,

Ve transeúntes leyendo el diario Fortín Mapocho

Y con los carabineros arremetiendo con sus lumas en ristre

Por allá otra gente comiéndose la comida chatarra al paso.

Pronto. Mi boca se seca

Algo raro me está sucediendo y suplico

al todopoderoso o como se llame que proteja a mi familia

Mis recuerdos confesándose entre los pliegues de mis carnes

pero alguien me patea con todas las furias,

Estoy absorbiendo todos los castigos de mi vida

Con los rictus de esas bocas que se van multiplicando

Ella todavía con el hielo de la noche

Mi rostro húmedo como una gran inundación

Y muevo mis pequeños ojos sin poder tocarlos siquiera

y como muchas manos están divirtiéndose contra mi pellejo

Apuro mi respiración pensando en mi madre

y un puño helado choca en mi estómago

y mis pobres brazos se van tornando tan violáceos

Ahora. Varias manos me entrecruzan cables

Como un pastel de manzana lleno de grietas

y confluye desesperadamente lo cotidiano

y yo pudriéndome entre los aullidos de la noche

Yo. Regresando de un paseo dominical en mi infancia

Y no sé cómo hoy ha desaparecido mi cuerpo de mi casa

Tampoco sé cuántos cartuchos de dinamita rodean mis extremidades

Y tengo las manos y las piernas fuertemente amarradas y con los gritos de las bestias Y con sus risas histéricas jugando a los vaqueros Y como se recuerdan del mítico james bond cuando éste elimina a sus enemigos

Hoy. Cuento los segundos que me quedan para estrujar todos mis aires y algunos pajarracos con sus revoltosos graznidos pasan veloces y luego están revoloteando para vencer esas fuerzas extrañas / Quise ser una madre moderna con mis hijos y ellos piensan de todo Quise darle felicidad a tantas personas de la población Cuantas alegrías…

(Un perro negro. Se aproxima con precaución. Con sus orejas buscando con los oídos algunos sonidos. Ladra ladra tratando de apoderarse de un pedazo de mi cuerpo. Finalmente descargando sus desperdicios).

-Oye, mira si como el tiempo se va adelantando quiere decirnos algo revelándose uno al otro de los adolescentes / Mi mente como que percibe con fracción de segundos aquellos engranajes del fatídico reloj

Es el nAciMienTO dE uN rUiDO((((

Y este de golpe va tragándose todo

Y cada uno de sus chasquidos

Y sus piernas VUELANnn

Como si fuesen ramas

Y sus brazos alados

DESTORnillándose

Y crujen sus huesos

a-b-r-i-é-n-d-o-s-e

una gran ventana

entre sus pechos

Y el aire como se aniquila

Y su testera desprendiéndose

Y como bala de cañón se incrusta

En los metales de la torre eléctrica

Algunas sombras

con los pobladores furtivos que

notan a la distancia

como los bandidos se reparten las moléculas

Y

con la Radio Cooperativa que está llamando tan temprano…

Atención Y son las 5.45 a.m.

“Y le contamos

Hemos descubierto que la tierra otra vez quedó mojada con la sangre de una víctima…”

(María Loreto Castillo Muñoz. Dinamitada por la CNI)


ESCRITOR RHOMENAJE AHOMENAJE AL GRAN ESCRITOR GUERRILLERO SALVADOREÑO ROQUE DALTON ASESINADO POR SUS PROPIOS CAMARADAS COMUNISTAS


TON

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sábado, 5 de diciembre de 2009

Entre lo privado y lo público: la vocación femenina de resguardar la memoria. Recordando a Sola Sierra

Entre lo privado y lo público: la vocación femenina de resguardar la memoria. Recordando a Sola Sierra.
María Eugenia Horvitz Vásquez.
Departamento de Ciencias Históricas.
Universidad de Chile.



Mujeres de luto orando por los suyos, llorándolos, evocando su recuerdo en el espacio familiar, nombrándolos una y otra vez, son imágenes retratadas, contadas y presenciadas. Históricamente, la memoria tras la muerte les fue encomendada a ellas entre tantas otras obligaciones sociales, que debían cumplir en privado. Solo podían asomarse en las manifestaciones públicas para mostrar el extremo sufrimiento de la perdida del otro, junto con velar sus restos mortales y cuidar su descanso póstumo y su trascendencia espiritual.

Los modelos religiosos y políticos le han atribuido a la trascendencia y a los rituales de duelo una importancia fundamental para darle sentido histórico a la continuidad de la comunidad. Las huellas de las representaciones culturales y de los comportamientos sociales, sobre las que se constituyen los archivos historiográficos muestran las inclusiones en el panteón emblemático de la Nación, o por el contrario, la exclusión de determinadas memorias. En ambos casos, las mujeres deben resguardar la trascendencia de los suyos, a pesar de que hayan sido durante un largo tiempo marginadas del memorial histórico, apareciendo subrepticiamente en compañía de sus padres, esposos, hijos o hermanos. 

Para la historiografía reciente salir al rescate de la memoria de las mujeres se torna en una dificultad mayor, que requiere la relectura de las fuentes para develar tras los discursos normativos o las evocaciones privadas, la existencia de algunas siluetas de sujetos produciendo la historia. Georges Duby, que dedicó sus últimos esfuerzos a las mujeres del siglo XII, confiesa al final del camino: "No logre entrever más que sombras, flotantes, inatrapables. Ninguna de sus palabras me llegó directamente. Todos los discursos, que en su tiempo les fueron atribuidos, son masculinos" 

Estas dificultades epistemológicas surgen a la hora de interpretar históricamente los sujetos privados de su trascendencia, como es el caso de las mujeres o de las minorías silenciadas en razón de distintas formas de la violencia pública, poniendo en tensión la relación entre memoria e historia. Las voces, los trabajos, la cotidianidad, la trascendencia de las mujeres aparece con mayor precisión en los relatos de la memoria, en el espacio privado familiar o de grupos identitarios más extensos, lo mismo ocurre con los marginados que mantienen por tiempo indefinido la constancia de las existencias reprobadas por los poderes y saberes victoriosos de la sociedad.

La solidaridad esperable entre memoria e historiografía es bastante reciente. Hasta comienzos del siglo XX prosperaba la concepción cristiana -la de San Agustin-, y luego hegeliana de que el relato personal era una forma de orientación, portadora de la subjetividad, que no formaba parte del sentido de la historia. El debate sobre la interrelación de las narraciones individuales y colectivas que lanzarán Hallwachs y Durkheim, esperará su tiempo para prosperar en la historiografía, abriéndose un campo de trabajo sobre la memoria, que a lo menos tiene dos ejes que han impulsado en los últimos treinta años a los historiadores a entrecruzar archivos que dejen percibir la alteridad. En primer término, los aportes de la sicología, en particular del sicoanálisis, han mostrado la vinculación entre lo individual y lo social a través del lenguaje, sirviendo para sustentar la viabilidad de una construcción posible del conocimiento basado en las trazas de los excluidos. Lo mismo ha ocurrido al interior de la disciplina con las investigaciones de la historia de las mentalidades o de las representaciones culturales. El segundo elemento, probablemente el de mayor peso en esta búsqueda de los otros, ha sido la constatación del sufrimiento que surge desde "los archivos del mal" como denominara Hanna Arendt a las catástrofes humanas del siglo XX, señales de la crisis de sentido de la Modernidad, al echarse por tierra la idea de la construcción de la "felicidad para todos". 

Las exploraciones historiográficas no se han limitado al tiempo presente, si no que abarcan longitudes mayores, según sea la época estudiada, requieren, como lo señalábamos, contraponer fuentes diversas para comprender las formas y métodos empleados desde los poderes establecidos, que pueden no solo excluir, si no forjar representaciones culturales de acatamiento.
Las deberes que la sociedades le asignan a la historiografía o las posibilidades que se abren a la disciplina para establecer ciertos conocimientos que respondan a las incertidumbres y demandas sociales, podrían adquirir su sentido más profundo en el llamado que Paul Ricoeur hace a los historiadores para fortalecer la relación entre memoria e historia en el mundo contemporáneo: "Acordarse de que los hombres de otros tiempos tenían un futuro abierto y que nos dejaron sueños incumplidos, proyectos inacabados: tal es la lección que la memoria enseña a la historia" . A lo que agregaría que los historiadores, utilizando todo el rigor de la heurística, debemos develar las racionalidades del poder, lo que puede demostrar que no existen "fatalidades" recurrentes en el acontecer histórico.

En esta comunicación nos proponemos bosquejar la larga duración de la vocación femenina para resguardar la memoria tras la muerte, junto con mostrar el instante de ruptura que traslada a las mujeres desde el espacio privado al público.

Los enfrentamientos por los símbolos interpuestos de la vida y la muerte, que se han producido en Chile desde 1973, han tenido como protagonistas principales a las mujeres, cuando impactaron la plaza pública trayendo constantemente la presencia de las víctimas de la dictadura, sus biografías, a la vez que exigían que la justicia investigara los crímenes en contra de la humanidad. Las representaciones culturales de las obligaciones normadas de larga data, se transfiguraron en su posicionamiento político en la comunidad, en su calidad de sujetos históricos portadores de memoria que asumían una ciudadanía, obligando a retroceder a los poderes que parecían omnímodos.

En esta lectura de los acontecimientos, el análisis de los archivos del sufrimiento nos conduce a percibir la estrategia simbólica y concreta de la fuerza en el poder para confiscar la trascendencia de sus opositores, finalmente vencida por el empeño de algunas para develar el Secreto de Estado, reponiendo a las víctimas en sus derechos. Este camino nos ha llevado a memorar en el discurso histórico a Sola Sierra y con ella a la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos .


Las trazas de la vocación femenina para la trascendencia.

Al remontarnos en los trabajos historiográficos destinados a los comportamientos de las mujeres frente a la memoria, se hacen imprescindibles los aportes de Georges Duby, quien sorteando los escollos de la "historia oficial" -entrecruzando diversos archivos, releyéndolos críticamente-, pudo demostrar los deberes que la sociedad medieval les confería para ocuparse de la vida y la muerte. A las obligaciones escatológicas de conservar la memoria tras la muerte de sus señores "por los siglos de los siglos" se pueden reconstruir otros elementos del rol asignado a las mujeres. El autor al describir el espacio central que ocupaba la pieza de la esposa o viuda al interior de la casa señorial, lo asemeja al útero: "Reconocemos en esta interioridad lo que era la función femenina esencial: la procreación, como también el gobierno de los secretos más misteriosos de la vida, referidos al nacimiento y a la muerte (lavar el cuerpo de los recién nacidos, lavar el cuerpo de los difuntos). De esta manera el interior de la casa se encontraba naturalmente en correspondencia metafórica con el cuerpo femenino" .

Nuestro objetivo aludiendo al siglo XII, es mostrar una secuencia histórica que permaneció, y que aún es reconocible como representación cultural. En diversos trabajos que hemos realizado con Margarita Iglesia y Ximena Cortez, indagando en archivos coloniales -.testamentos y actas de fundación de capellanías- sobre los comportamientos femeninos para labrar la trascendencia, hemos podido comprobar la pervivencia de los deberes, gestos y rituales que las mujeres debían cumplir en el espacio privado familiar, en las cofradías o en las ordenes monásticas.

La función de la memoria en las sociedades coloniales, fundamentalmente de cultura oral, tuvo diversos cauces, resguardados por los poderes religiosos y políticos, que distribuían las obligaciones del culto a los muertos entre individuales o masivas, privadas o públicas, pero siempre se trataba de enunciar eternamente el nombre de los difuntos en una rogativa a Dios para lograr en común la salvación del alma.

En la concepción postridentina, que presidirá los imaginarios hispanoamericanos, la vida tenía como sentido final lograr la eternidad del alma. El combate contra los pecados, el dominio de las debilidades del cuerpo, el abandono del mundo fueron parte de los disciplinamientos recomendados para alcanzar la resurrección. La demostración de "la vida pensando la muerte", como lo ha sintetizado M. Vovelle, requería de múltiples gestos: la confesión de las faltas cometidas ante la Iglesia, la aceptación de la precariedad humana establecida en un instrumento legal -el testamento- que dejara inscrita la fidelidad a la fe católica, a la vez que se debía disponer las misas de memoria, la calidad de las exequias fúnebres y, los más pudientes, mostrar la constricción ante el pecado de usura, despojándose de una parte de sus bienes para redistribuirlos entre sus familiares y las instituciones eclesiásticas.
La individuación de la muerte, responsabilidad solitaria, estaba acompañada por la reciprocidad de los próximos o de grupos más masivos de la comunidad -las cofradías- que junto a la Iglesia rogarían por cada cual. La trascendencia pasó a concretarse en un memorial que se quiso perenne y que los poderes y saberes de la época se ocuparon de regular y hacer cumplir. Solo para los enemigos de la Fe se reservó la desaparición de la existencia terrenal y espiritual.

El nombre, más que la obra, fue evocado sin cesar en las oraciones ordenadas en los testamentos, la voz de los fieles se hizo escuchar en el espacio público por excelencia de esa época, la Iglesia. La genealogía, la constitución de las solidaridades familiares, también gracias a la oralidad, tuvieron en las mujeres el respaldo a la memoria de una generación a la otra.

En el examen de los manuscritos coloniales se hace patente el rol jugado por las mujeres en la mantención de la memoria tras la muerte. En Chile, mucho más que en otros casos estudiados en el Continente, la fundación de capellanías u otras obras piadosas las registran como protagonistas, sobrepasando a los hombres en la intención de preservar la trascendencia, instalando sus nombres junto a sus próximos, o a veces, al de todos los pecadores -las almas del purgatorio-- en el memorial público.

Durante 350 años, en testamentos o actas de fundación de capellanías, la espiritualidad y las necesidades terrenales se interrelacionan en el texto para posibilitar la eternidad. Entre múltiples ejemplos, escuchamos las disposiciones de Marina Ortíz de Gaete que fuera la primera mujer, en 1585, que utilizando la totalidad de sus bienes, fundó una capellanía para que se rogara eternamente por su alma y la de su esposo Pedro de Valdivia. Los ejemplos son múltiples, en variadas ocasiones se ocuparon de pedir misas de memoria, especialmente para otras mujeres; o insistieron en entregarles la responsabilidad de la capellanía a sus madres o hijas, como lo hiciera Concepción Ugarte y Echeñique en 1874, entregando "el goce del aniversario de misas a cada uno de sus dos hijos mayores, sin distinción de sexos", agregando que "es mi voluntad suprimir el elemento preferente del sexo, establecido por la ley para el orden regular de sucesión" .

"Las misas de memoria" que se realizaron hasta el siglo XX y los instrumentos legales privados, nos han permitido rescatar a estas mujeres comprometidas con sus deberes y sus firmes convicciones de la memoria tras la muerte. Sabemos menos de aquellas que no formaban parte de las elites, aunque entre los testamentos, como lo ha constatado Margarita Iglesias, se encuentran los deseos de las otras, menos pudientes o de origen indígena. La costumbre en común de apelar a las cofradías para escapar al olvido, también está en estudio, mostrándonos la existencia de una solidaridad extendida para lograr la eternidad. Por otra parte, los cuidados del cuerpo de los difuntos, su velatorio, las expresiones doloridas ante la ausencia fueron deberes femeninos, como lo demuestran diversos estudios históricos, antropológicos o sobre el folklore, estableciendo una continuidad con las funciones de las mujeres en el Alto Medioevo.

La emancipación individual y masiva que trajo la Modernidad, como sabemos, relegó a las mujeres a un espacio de competencia de género, estableciendo la trascendencia reconocida socialmente en una batalla sobre las obras políticas destinadas a favorecer el proyecto de futuro de cada Nación. Memorias públicas y privadas fueron escindidas, lo que ocurrió con las mujeres, no fue distinto para que se perfilara en la escena nacional a los vencidos, los marginados.

Por cierto, las mujeres poco a poco fueron reclamando los derechos a su participación histórica dentro del nuevo modelo de sociedad, haciendo de sus demandas políticas, en un primer momento, y luego de las de igualdad de los géneros, focos constantes para abrir las concepciones de la emancipación moderna.

En cuánto a la memoria tras la muerte, el modelo católico ofreció una nuevo modo de ser para orar por la trascendencia y la resurrección. El culto a María como intercesora por el perdón de los pecados y las oraciones en reciprocidad para con los muertos quedaron consagradas, particularmente en el siglo XIX, cuando la Iglesia explicaba la necesidad de su recuerdo constante en el mes de Noviembre dedicado a las almas del Purgatorio, diciendo en el catecismo: "Madre, el hijo cuyo postrer suspiro recibisteis en vuestros brazos es á esta hora el compañero, el amigo, el hermano de vuestro ángel guardián" .

Otro de los deberes escatológicos, concerniente al autodespojo del exceso de bienes terrenales, fue dirigido hacia las obras de caridad, en que las mujeres tenían una posibilidad de hacer pública su fidelidad a los preceptos religiosos en la época de las pugnas entre liberales y conservadores. Entre las primeras organizaciones femeninas que llevaron a cabo estas recomendaciones estuvo la Liga de Damas Chilenas, fundada en 1912, cuyo lema fue: "Dios, Patria y Familia", que trataba de mantener el imaginario de la salvación y conservar el mundo del pasado.

El traspaso de la sacralidad religiosa al espacio público de la Modernidad, entre sus múltiples elementos, consagró la vocación femenina de preservar a los suyos en la vida y en la muerte, haciendo del vientre materno, el vientre de la Patria, como ha señalado en diversos trabajos María Angélica Illanes. También las mujeres fueron convocadas a seguir ocupándose del cuidado de los restos mortales y de la trascendencia histórica de sus hombres, así como del recuerdo que en el cumplimiento de los deberes familiares hicieron de sus antecesoras.

Desde luego, el modelo que esbozamos fue resquebrajándose por los avatares históricos, muy especialmente por las violencias ejercidas desde el poder. Las guerras civiles que asolaron a Chile en el siglo XIX, las embestidas de los trabajadores en la plaza pública exigiendo sus demandas sociales, económicas y políticas, crearon espacios de resistencia al interior de la memoria común. Las solidaridades se entretejieron en un relato de los grupos vencidos opuesto al de la historia oficial, preservando del olvido a sus muertos. En estos discursos antagónicos, como también en la acción, las mujeres hicieron escuchar sus voces. Margarita Naranjo, recordada en el Canto General de Chile, nos relata su memoria y el enfrentamiento al poder. Este testimonio es uno entre los variados sujetos femeninos de esos tiempos, habiendo su trascendencia encontrado la ilación entre una continuidad de representaciones de la memoria y la novedad de romper el sentido unívoco de la historia nacional.


Las mujeres de la defensa de los derechos humanos: el poder de la memoria haciendo historia.

En este análisis hemos pretendido bosquejar las líneas de continuidad del deber femenino de resguardar la memoria, para encaminarnos a mostrar los cambios que presenciamos en el escenario público en Chile como en otros países latinoamericanos.

En los últimos 28 años, las mujeres víctimas del terrorismo de Estado han quebrado los goznes del poder al confrontarlo, subrayando la idea-fuerza de la Modernidad, que no es otra que la de defender los derechos y libertades de las personas y de los ciudadanos. Del derecho a demandar por sus desaparecidos o muertos a las instituciones forjadas en la violencia, pasaron a poner en duda los secretos de Estado. De la demanda a la exigencia tuvieron que franquear los difíciles pasos que llevaban a irrumpir en el país del miedo y el silencio.

Estas mujeres, respaldadas en el imaginario colectivo de sus obligaciones sociales de mantener la memoria de sus próximos, construyeron organizaciones para oponerse a la Dictadura, las que estuvieron entre las primeras obras de desacato, perviviendo hasta ahora. A este respecto, Adela Gómez escribe en su tesis dedicada a la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos: "Paradojalmente son los mismos roles culturales y sociales tradicionales de una sociedad patriarcal que motiva a estas mujeres a salir del espacio privado, y de su posición en segundo plano, para transformarse en un actor político que cuestiona al Estado y denuncia la institucionalidad vigente" .

Estas relaciones tejidas en la continuidad es necesario matizarlas. Las transformaciones de los roles genéricos, de las acciones y de los discursos de la memoria tienen correlatos que se vinculan e inscriben como insubordinación de los sujetos históricos contra el poder, en otra dimensión de la reflexión y comportamiento masivo frente al terror del Estado. Sin embargo, en la lectura de los sectores conservadores, el posicionamiento público de las mujeres representando a las víctimas, en el tiempo de la Dictadura y ahora, se registra como una necesidad y deber privado. Estas representaciones pueden explicar que el Estado represivo les haya escatimado la vida, y sus voces hayan sido consideradas a la hora de tratar de conciliar las amnistías para los victimarios.

Cuando en 1974, se reunieron los familiares de los detenidos desaparecidos, amparados en el Comité Pro Paz de las Iglesias Cristianas, se iniciaba una larga marcha que estuvo marcada en un primer momento, por la esperanza de encontrarlos con vida hasta la constatación de lo impensable, el ocultamiento y confiscación de sus cuerpos y de sus identidades sociales.


Las primeras acciones de los familiares se dirigieron a lograr el funcionamiento del poder judicial, demandando, a través de recursos de amparo y denuncias de "presunta desgracia", que se realizaran las investigaciones que dieran con el paradero de las víctimas. Como es sabido, ninguna petición fue cursada; más aún, los jueces comunicaron las aseveraciones del que era el único poder constituido, el de los aparatos de terror del Estado, en una consigna repetida: "no se registra la detención". La existencia, prisión y muerte de esos detenidos fueron consideradas presuntas, solo visible para sus familiares dolientes y ofendidos.

A partir de 1975, la existencia de los detenidos desaparecidos se hizo también visible para el mundo entero. Las investigaciones y decisiones de los organismos de Naciones Unidas permitieron evidenciar lo irreparable, sobre todo cuando los mismos gobiernos terroristas -Chile, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay- entregaron las pruebas de la Operación Cóndor, al publicar los nombres de los asesinados, dejando de manifiesto que 119 personas no "registradas" por las Dictaduras, habían perdido la vida entre las más de 1000, que a esa fecha reclamaban las organizaciones humanitarias en Chile. Al año siguiente, el hallazgo de los cuerpos carbonizados en los viejos hornos de Lonquén terminaron con las esperanzas de los familiares de encontrar las huellas de los suyos, transformados en víctimas históricas.

Las Agrupaciones de Familiares de Detenidos Desaparecidos y de Ejecutados Políticos, en el proceso vivido, crearon el espacio ético que la sociedad necesitaba para poder recordar los tiempos en que el respeto a la vida y la muerte constituía un valor compartido, que le daba un sentido a la unidad nacional. Al mismo tiempo, se transformaban en organizaciones sociales que traían al espacio público los rostros congelados de las víctimas en sus últimas imágenes, enunciaban sus nombres, preguntando a los poderes y a la sociedad civil: ¿Dónde Están? Gritando por las calles: "Vivos se los llevaron, vivos los queremos".

Las actividades emprendidas fueron bastante variadas, enfrentaban el poder de la fuerza con huelgas de hambre, encadenamientos, acciones judiciales, denuncias a la comunidad internacional y romerías a los lugares sacralizados popularmente, que habían sido los osarios del ocultamiento: Lonquén, el Patio 29 del Cementerio General, donde las tumbas marcadas con N.N-1973 mostraban la posibilidad de encontrar los restos mortales de algunos desaparecidos y la indecencia de un poder que aspiraba a ser todopoderoso.

El empeño de los familiares, mayoritariamente mujeres, por las mismas condiciones en que se había desarrollado la política hasta entonces, posibilitó la ola solidaria internacional representada en "la convención sobre la desaparición forzada". En el país, solo obtuvieron la declaración de autoamnistía de los victimarios, declaración indirecta de las existencias que se reclamaban, como también el cierre de la posibilidad de que se realizaran investigaciones judiciales.

El espacio inédito forjado por la Agrupación se pobló de símbolos que han permanecido: la cueca sola recordaba los lazos de los amores tronchados, en las arpilleras se bordaron las huellas de la memoria de las víctimas, del miedo, de la precariedad de la existencia en la época de la Dictadura, en definitiva, se creó el archivo del sufrimiento social.

En la década de los ochenta, al calor de acontecimientos y expectativas de terminar con la Dictadura, la Agrupación va a plantear sus demandas de verdad y justicia para las víctimas, que serán los objetivos políticos que durarán hasta ahora. Ningún intento público para diezmar la voluntad de lograr la justicia ha podido convencer a estas mujeres de otorgarles la impunidad a los victimarios. Se les ha ofrecido desde la entrega de los restos de los cuerpos ocultos hasta pensiones de gracia y bitácoras con las breves biografías de los desaparecidos. También han recibido la amenaza de constituirse en el obstáculo no deseado para reconstruir la paz social y labrar el futuro unido del país.

La fuerza ética y política lograda por la Agrupación ha impedido el olvido. La persistencia y unidad del grupo las encarnó por mucho tiempo Sola Sierra, al que llegara en 1977, luego de la desaparición de su esposo. Su militancia comunista no le impidió mantener la independencia de la Agrupación como entidad social y política, descartando cualquier presión contingente. Fue la vocera de los familiares en Chile y América Latina, una vez que con el afán de muchas mujeres se construyera la solidaridad entre estas organizaciones para mantener la denuncia constante de lo ocurrido, apelando a la humanidad y desencadenando acciones contra el olvido de los crímenes del terrorismo de Estado.

En el espacio público nacional las esperanzas de la Agrupación y de extensos grupos de la sociedad chilena que veían en la transición a la Democracia la posibilidad de conocer la verdad y de hacer imperar la justicia para todos, no tuvieron una resolución inmediata. Los hitos del camino recorrido pueden evocarse de modo distinto al del simple recuento cronológico, que podría interpretarse como un progreso constante. Por el contrario, los hechos demuestran que sin la resolución de estas mujeres, la historia pudo tener otro curso.

El Informe Rettig -1991- encargado por el Presidente Aylwin, recobró los nombres de los detenidos desaparecidos, asesinados "por agentes del Estado". Desde entonces, víctimas reales se enfrentaron a victimarios virtuales, amparados por un secreto comprometido, amnistiados jurídicamente. Sus familiares fueron reparados pecuniariamente y pudieron inscribir en un memorial, desterrado de la plaza pública al cementerio, los nombres de sus próximos, esperando que las tumbas, al azar del hallazgo de sus restos, pudieran recibirlos.

La Agrupación continuó la búsqueda de las víctimas y las demandas de investigaciones judiciales. El momento decisivo para volver a interpelar a la sociedad fue la detención de Pinochet en Londres. La internacionalización de los derechos y deberes ciudadanos posibilitó el nuevo modo de enjuiciamiento de los crímenes contra la humanidad.

Los poderes en Chile se insurgieron, buscando acuerdos para impedir el develamiento de los engranajes racionales del terrorismo de Estado y el juzgamiento de los culpables. Se acudió a la unidad nacional, a los valores patrios o a nuestros derechos soberanos. También, esta vez sintiéndose cercadas las instituciones, se constituyó una Mesa de Diálogo, con el rechazo de los ofendidos, para facilitar la vuelta de Pinochet al país e impedir el avance de cualquier investigación judicial que hiciera imposible la amnistía.

Sola Sierra en lo que sería su último discurso público -el 3 de junio de 1999-, al clausurar la XIX Semana Internacional del Detenido Desaparecido, dejó su legado histórico: "El arresto de Pinochet en Londres es nuestro logro y el de todos aquellos que -en cualquier parte del mundo- han contribuido a esta gesta de impedir la impunidad y abrir los caminos de la justicia. Pero hoy el peligro más grave lo representan quienes intentan -en medio del secreto y el silencio- imponer pactos espurios que sellen la impunidad... Queremos decirlo con claridad una vez más, en Chile solo habrá verdadera democracia cuando haya verdad y justicia..." 

El encuentro entre la memoria y la historia los estamos presenciando. Sola Sierra y las mujeres de las Agrupaciones de familiares de las víctimas del terror del Estado, están llevando adelante un proyecto inconcluso de la humanidad para proteger la memoria tras la muerte de los silenciados, abriendo un nuevo transcurso histórico. Probablemente, sin proponérselo han puesto a prueba la memoria unívoca de la Nación, como también están obligando a los historiadores a ponerse al escucha de las voces del sufrimiento. 

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