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RELATO



EL LIBRO INDECENTE DE LA MUERTE

Autor: Francisco Medina Cárdenas


A

Extrañamente un ritual se suscita en el reino del día de hoy y estalla con todos los brazos del viento como una señal confusa de uno y de otro en la vida diaria. Quizás un tributo que se exprime de aquellas nubes verdes que yo acostumbro a mirar: advirtiendo una caravana de corrientes metidas en la montaña. Quizás las curiosas estaciones reclaman sus elementos y traiciones desafiando así el porvenir de aquellos filósofos que exitosamente cuidaron cada mañana con los ojos en las piedras desnudas. Tengo mis ideas históricas: se filtraron grandes árboles de capas duras e inexistentes en el color de aroma de aquellas cenizas que dejó la fuente natural. Observa como las aves del cielo enfilan adiestradas como fieras pequeñas en bandadas militares: aquella vez fueron maravillosos incendios que explotaban en el aire a sangre y fuego...Fue algo creciente que no estaba en la aventura de aquellos ojos esa madrugada con estrellas eran como los siglos de minúsculos instr. mentos mágicos. Eran los timbres, las noticias, los teléfonos, eran asesinatos lúcidos, fatalmente. Espera, dijo el jovencito: déjame que te pinte una vez más la escena (desapareció por un instante, regresando ahora con sus armas de colores, se trata de un pincel para los trazos, una paleta manchada cuatro frascos para los matices y un lápiz de grafito). Él trataría de pintar las tramas del infinito con el furor metálico de las ilustraciones. Él trayendo lo innombrado con los hallazgos del ojo como si fuera la primera vez: temía que alguna aguja o telaraña fuese a perturbarlo con su sombra amenazadora. Pronto la dinámica de los pinceles fue mostrando los problemas de la calle en su espíritu coreográfico con una hipótesis impresionante. Entre tanto sus manos iban registrando aquel patético boceto: la luna con sus caracoles petrificados trayendo los amarillentos exilios. Me advierte preocupado el cuento de la radio con cada jornada opositora despotricando las torturas y de las raíces nómadas que traen las horrorosas miserias del tiempo más allá de los cinco sentidos: él trayendo los conceptos abstractos de las calles con sus esqueletos básicamente muertos: tiene delante una arquitectura de sonidos con sombras que solo saborea gotas de agua que salen de alguna parte.

(…) dejemos todo esto abandonado: mira que las estrellas andan corriendo en un galope misterioso y, Súbitamente ¿Qué está sucediendo: cuando, desde las alturas las palomas observando esas móviles sombras: parecen fusionarse con los espacios de la calle: tenemos veloces infiernos, Oye, espera, le preguntó: Quiénes son esos y, otra vez, Vámonos: Ese callejón es más seguro porque el cielo no es un lujo. No no no, Somos testigos de algo que parece espeluznante: Pero, en la ciudad los espejismos brotan como callampas. Claro que nosotros así como estamos no podemos hacer nada: ese caudal profundo de sombras y tortugas ninja están sin texturas. Oye, por favor guarda silencio, le dice, Cállate: confieso que la vida ya tocó fondo. Vienen por allí dos vehículos engomados: Si si. Ya diviso sus orillas, su propio movimiento: Se esconden ellos en las entrañas de aquel extraño amanecer: quieren madurar un gran dolor: Se abren todas las puertas negras: Son tantos palitroques, que se desean siendo dioses: Semejantes a una buena película de contrabandistas: tal vez algunas tentaciones: Descienden muy olorosos varios tipejos caraduras que se derriten en los colores: Pero, Si si, Están sacando a alguien a tirones como una descarga de fusilería: Arrastrándolo…un fardo de ropa sucia: un constante juego ofensivo… No lo sé, Hoy mis ojos de pintura no me acompañan mucho porque, Yo veo a uno de ellos (un objeto verde como un demonio) Ese caradura es algo flaco, moreno, de pelo bien crespo, tiene pequeños bigotes: Ahora el tipejo ca davéricamente levantando una voz chillona que parece de astilla, quizás un nombre vacío No lo sé Seguramente está dando instrucciones más allá escupe viene después No lo sé, Él, quién, dime algo, Creo no equivocarme, Ese hombre aflautado verdaderamente es el jefe con su engominado acento guachaca. Babea como una pelota, su cuerpo. Los atigrados adolescentes refunfuñando y oteándose uno al otro y dándose señales preocupantes, ellos con la agitación de sus ritmos cardíacos allí se encuentran en un hito casi inexistente. “Ellos se acoplan a cualquier cosa de lka muerte”. Espectáculo. Circo Negro. Avenida Las Torres con Santos Medel. Ufff. Amigos.

La populosa Comuna de Pudahuel. Lugar de los lloros, Y de tantas sangres con imitación de contrastes.

SeÑoR sEñO …auxilio…alguien…

(Ella un ser tan triste en ese momento con sus carnes apelmazadas buscando tantas llaves inservibles.

(Ella con sus ojos de agua seguramente que no quiere continuar respirando en este tremendo vacío)

ALGUIEN está viéndome, grita…y su cabeza soportando y gira en un ángulo como una goma fría

Alóóó…CUÁNTOS me escuchan…se pregunta por cuarta vez moviendo sus ojos enloquecidos

Mientras los insectos apretujados y tan caraduras continúan lamiendo ese exquisito manjar rojizo fuerte Ella sintiéndose como en un precipicio y con sus huesos rotos y la mirada perpleja en otra dimensión

Soy una míSERA mujer…(ella pensando) vengo con los malos espíritus de mi pasado verde luna

Van arrastrÁndoME…canallas… (ella así no más murmuran los adolescentes en el mirador)

Parezco una espuma fuera del agua…exactamente un bulto muerto y una boca le habla

Ella dudando bajo la noche fría fuertemente tanto rumbo al cementerio ambulante

Si si Quizás sea un monigote esos de plástico todos disparando sus pelotas Ayyy

Oiga… Ella se llama Margarita… la señala con una voz saladamente buena

Allí ese día la muestra orgullosa, la mujer se encuentra muy nerviosa,

Mi querida madrecita una mujer valiente con su respiración acelerada.

Ella me contempla con mi blusa color marengo puesta por un momento, quizá llora…

Ellos los caraduras se infiltran en mis arterias y van carcomiéndome con sus zapatos de goma

En sus mentes hediondas se recuerdan de algunos cuerpos, Ahora los gorilas con sus pellejos y disfraces, Ellos apareciendo en los diarios opositores los mafiosos haciéndole a la muerte con sus bluyines.

Ellos con sus uniformes ensangrentados con morisquetas a las multitudes democráticas

Ya me violentan estos fundidos autómatas con un nuevo ritmo afro tipo DINA

Observamos como van golpeándola con esas terribles macanas de plomo

Mientras tanto los rictus de sus caras se descuelgan en el espacio,

Pronto Ellos alucinándose con ese ritual de la violencia

Y descubro una luz amarilla en la yema de mis dedos

Mi rostro lleno de hematomas, Siento la voracidad animalesca Y los hilillos

Claro, La memoria Tambaleando Y trajinando Y en algún punto negro,

Mi cara es una máscara griega

Y que va amoldándose a mis dolores,

Descubro Allí con el Héctor y con mis otros dos hijos pequeños,

Y en sus ojuelos preocupados por su madre,

Hoy están llamándome…

Reconozco esas voces enronquecidas…

Todavía no regreso de este maldito paseo sin retorno,

Ya nada puedo hacer,

Quiero estirar mis lágrimas…Si Pierdo otra vida

Quiero borrarme de este paisaje Con los dibujos de esta encrucijada.

Y en mi pieza Allí una vez más Cada mañana Están llamando las Víctimas con Radio Cooperativa explotando el dial con las noticias de los muertos…

B

En su adormecimiento por una oleada de minutos ella sustantivamente encerrada en sus oídos, Tráfago de

Ella rememorando una y otra vez a su familia, Y nosotros aquí arriba supimos mucho después (,,,)

El tiempo es un fósforo y pitea la crueldad, pero se pregunta, Dónde estarán anotados tantos pensamientos,

Si, amiga mía, esa compleja estructura relojera de adornos corporales dándole datos increíbles cuando, No,

Yo creía que ya había olvidado nuestras miradas y nuestros espacios, Cuando se despertaron mis recuerdos.

Espera, mujer y lo anota en su voz, mirando en la distancia a su Quico, Ella anónima con cierto misterio,

Recuerdo. Vamos a comprar sopaipillas en el almacén del barrio Y una entusiasta pregunta que él asiente con una amplia sonrisa, Luego él está contándome sus sueños de justicia que se atraviesan por su mente, también esos voraces sueños de adolescente y cuando el compañero Allende tuvo que saciar al pueblo, Mientras avanzamos tranquilamente e insaciables por una calleja del populoso barrio Lo Ovalle Pronto Se quedaron casi congelados en un enfermizo silencio hasta llegar de regreso al lugar. Un viento de calavera.

La señora Margarita Muñoz les abre la puerta, tiene en su rostro algunas preocupaciones, en seguida está pidiéndoles que no metan ruido. (Ellos cuando no existía nada uniforme con las invenciones del mundo)

Ella sabe que está sin zapatos y sus ropas terriblemente lacerantes Ella de nuevo metida en sus sueños como

Está viendo a los niños, Ya duermen Y con su cabeza fría Y está segura que no sale de aquella ratonera Pero Llegan a su memoria cuando Mira Como Golpeándola Ohh Qué terrible… Ellos los adolescentes

Ella Ese día está contenta por varias situaciones, Asiste con cierta curiosidad a una peña de la población.

Escucha de los cantautores varios cánticos populares explosivos, eléctricos y rebeldes que van entrando y saliendo por las orejas y, Ella ahora se quiebra como un jarrón de porcelana, Si, Tienen en sus manos los vasos del vino tinto y las empanadas caldeas Y dE pRronTO Brota una tonada y Salen varios al ruedo para bailar la cueca movida y el grosso cigarrillo con sus volutas azules tragándose las moléculas de seres insignificantes y,

PERO ELLA CON FUERZA TRATANDO DE HUIR DE AQUELLOS FANTASMAS… Por supuesto, Cada uno de los presentes en la Peña de los González trabajándole al lenguaje de las víctimas, Sabiendo ella y ayy qué de recuerdos mi amor y ella soltando un suspiro y de tantas cosas horribles cuando,

Fue con la Dictadura Militar cuando crearon la DINA con el siniestro coronel Manuel Contreras a la cabeza con el exterminio de la izquierda y ella continúa con sus polvorientos pensamientos Y ahora todos se encuentran un poco nerviosos y sonríen algo tiritones Quizás sean las garras del frío y entonces persisten metiéndole harto fuego a la chicharra del blábláblá… Es la neblina espesa apoderándose de la mismísima sombra de cada partícula de su cerebro, pensó largamente, Y otra vez las bocas de los cantores dándoles tantas ínfulas a sus pulmones, Y ella claro que ya se había olvidado del tiempo, Y se prolongan las guitarras como genuinas alarmas de la tierra y aquellos hocicos olientes a madera fresca emitiendo sus señales atercio peladas Allí En el fondo de la oscuridad rebuscando ella ciertos resplandores con las señales invisibles (…)

Hoy con sus retinas bien abiertas Ella se encuentra introducida en aquellas clases, Encuentra que fue una bonita idea traer esa escuela de modas a la población, piensa en el ruidoso suceso para todas esas mujeres, Si, Justamente aprendimos entremedio de nuestra pobreza a hacer blusas, faldas y otras cosas para nosotras y a nuestros hombres les hicimos camisas, pantalones y chaquetas, etcétera,

Quiero mover mi cuerpo y continuar batallando con mis vecinas y mis amigas me felicitan por algunas ideas afines pero, si si la profesora una chiquilla madre soltera que sigue hablándome de otros planes para el futuro y sus ojos dilatándose…

Ohhh Con horror descubro el delantal de su cuerpo que va extinguiéndose (…)

De improviso, apagamos la luz del dormitorio. Por allí nos rodean las voces del mundo exterior

Vi en las mandíbulas negras como si fuese un sol oscurecido en algún ángulo,

Antes de dormirse, mi esposo Quico comentándome la gran protesta que hicieron cerca de un callejón, Tengo que abrir los ojos con mayor sensibilidad y, Ella claro que oía la respiración a su hombre pero…

Mi amor, dijo y era una voz de falsete, Estaban casi todos los vecinos y luego añade en su conversación e incluso le relata que habían varios jóvenes con sus padres y éstos adolescentes hicieron de soldados,

Y él semejando una estructura viva y solidaria y siempre respirando y ahora se cruzan sus miradas,

Vi también algunos niños en la lejanía con sus imágenes semejando los pequeños simios del zoo

Y empezó a surgir el fuerte humo de los neumáticos y ellos en un tropel de la periferia,

Si si Todos eufóricos con aquellos cilindros de caucho que estaban ardiendo y quejándose

E implorantes chirridos acuosos con palos con trapos con diarios y con montones de ramas secas

Y entre las llamas se escuchaban cánticos y la fatal humareda y vaya que iba tapando el lenguaje,

Allí ella oyéndolos pegada a su cuerpo y entre saltos y gritos de guerra y en la calle popular sonoras ideas

y llegó la famosa Radio Cooperativa y ya a estas alturas nos daba la impresión de un campo de batalla,

Sí, es la pura verdad, él dice, igual a una película que había visto un día en la televisión, no se acuerda

ni del canal menos del título, Quizás los personajes cinematográficos eran de color tipo azabache y,

ellos coludidos destrozaban las vidrieras de los almacenes y, llegando la policía antimotines

en sus caballos y vehículos todo terreno fueron arremetiendo contra los manifestantes,

Y ella a medida que iban pasando las horas allí notaba la diferencia en ese cuchitril,

Allí una vez más respirando profundamente, todavía sigue la revuelta de los pobladores,

ellos casi en las lágrimas están pidiendo paz y democracia y,

Ahora ellos dos están abriendo sus párpados

Y escuchando desde sus entrañas algo tan extraño

De muy cerca voces quejumbrosas de los que huyen y

Los brutales caballos de la policía y jeeps de los militares

Destrozando a la muchedumbre en el pavimento de las calles

Y ese tableteo de las balas escupiendo sus maldiciones de plomo

Incorporándose en la cama, la María Loreto y el Quico con las manos cogidas,

El aire de la noche larga que desea introducirse por las rendijas de la muralla y,

Les llega el ruido de las botas de aquellos carabineros del Grupo Móvil

y los rabiosos bocinazos que emiten exploradores y pinochetistas

y se escuchan tan de cerca las amenazas de los verdugos y,

Claro, clarito esos son bravos estampidos de armas de fuego

y aquellos en el suelo los furiosos gritos de los heridos,

Ahora traen a sus mentes la María Loreto y el Quico

imágenes en blanco y negro de dos niños muertos

Allí descubrimos los cadáveres tirados en el barro.

Ella desconcentrada enfrentando nuevas agresiones

Y los adolescentes desde el cielo pendientes de cada cosa

Como pensar en algo, no lo sabe, quiere olvidarse de todo

Y en su pierna lleva alojada una bala, pero, quién lo hizo, Él, quién, se trata del más macho de los cobardes en un arrebato de furia cuando,

Allí con la carne destrozada sopesa su derrota de mujer, haciendo un ademán característico

Ahora está observando las maravillas de tantos delitos de aquellos delincuentes de uniforme

No soy la primera en tener tanto sufrimiento

ELLA TAN ENVEJECIDA FRENTE A LOS CRIMENES

¿acaso seré la última mujer asesinada en este desploblado?

Ellos los agentes del estado cursando apuestas

Yo trato de conciliarme con la chorrera de visiones que irrumpen con sus olores aquí en el cadalso

Y ella en sus incertidumbres

Y ella mirándolos a los ojos Y de pronto creyó ver un vestido blanco,

Y recuerdo clarito

Y fue a mis ocho años de edad Y fue mi Primera Comunión

Y la fiesta de una niña

Todavía en mi trompa de Falopio

Y escucho el retumbar de las risas de mis padres y allá mis hermanos

Y el cura con su voto de pobreza y sus prédicas sociales y él dichoso hablando de Theillard de Chardin

Y las felicitaciones de mi numerosa familia porque era una mujer en el redil de las consagradas PERO…

Allí las bestias trabajándole a mis huesos

Y allí descubro las carencias psicológicas

Y sus infancias rotas

Ohhh Otra vez mis carnes rompiéndose en mil pedazos,

Y sus alientos fofos

Y sus rostros amarillos

Y varios golpes de puño

Y estos maricones de siete suelas Y sus malolientes risotadas

Y sus vidas

Y ellos los muy caraduras meando en cada árbol Y se cubren sus cabezotas rapadas con algo negro,

Y yo una mujer de pueblo Y con tanta mala suerte Y murmurando muchas cosas entre mis dolores,

Y hoy quise otras ofertas Y otras alegrías Y mis entresueños se frustran Y ya pronto me voy a morir

Y es mi espantosa agonía aquí en las torres de alta tensión Y ya no me falta nada para mi asesinato

Y ya sé ubicar a las bestias del regimiento Y ellos jugando a las muertes Y sus propias familias

Y qué alivio señores de los cementerios

Y ellos que están guardando todas esas voces vacías.

C

Ella caótica se yergue y ferozmente echando su cabeza a un lado cuando huele toda la soledad que va metiéndose en sus catastróficos y ellos los hampones anfitriones con sus aguas sucias dándole la noticia al mundo cuando la Radio Cooperativa corrobore en la pauta informativa de su acribillado cuerpo

-Oye, dice uno con el ojo tuerto, tú podrías imaginarlo y otro metido en su camisa azul como aquellos animales de hormigón olientes a cebolla en escabeche Todos con los bolsillos llenos con los billetes que fabrican en La Moneda y todos riéndose hace un rato de sus propias desfloraciones.

Son los primeros socios que se anotaron ese día en el regimiento para estas aventuras de la muerte, dicho de otra forma en los parámetros de los disfraces y con el dedo índice en los labios pide silencio, seguramente dirá un cierto discurso y se recuerda el uniformado como en aquella fotografía, allí tuvo que discursear como comandante de derecha en patria y libertad, Si, cuando el mentado pablo rodríguez le pedía que hiciera algunos trabajitos a nombre de la araña,

-Bueno, recuerden que somos las personas juramentadas del Ejército de mi general Pinochet y que férreamente integramos la nómina de la Brigada Mulchén.

Ella escuchaba con asquerosa ventilación la maldita respiración de cada uno de los perros pero, sabe que se encuentra en medio de un camino solitario, Quizás alguien esté mirando sin atreverse a delatar su cuerpo, ella mira para todos lados sin atreverse a subir la cabeza.

Le amarran un chorizo con cartuchos de dinamita, ahora ella levanta sus ojos al cielo, De su epidermis como cuelgan estas figuras geométricas semejando condecoraciones o simplemente cabelleras planas,

Ella está cantando en su desnuda mente,

Quizás sean las medallas del dictador en sus guerras ficticias, se imagina ella, Chismorrean que fue una guerra abierta los primeros días de la asonada, Ahora la mujer con sus bordes en las heridas, ella se recuerda de la escena callejera con la gorra del ejército, ella sin saber cómo, allá lejos todos están llenos de miedo, mientras con humor negro simulan disparos entre ellos mismos y, las risotadas son por una mujer menos en el planeta.

Irrumpe otro vehículo y se baja un capitán, con fuerza en sus palabras ordenando que se apresuren, pronto llegarán las luces del amanecer,

Vi el uniforme de los gánsters, hasta la mitad semejantes al de las mujeres, Si, esos mismos enquistados en la carroña de los cuarteles, Otro que desciende lleva un terciado que le cruza el pecho lleno de balas, Ese otro tiene una cara de sicópata y, cuenta que lleva un gran revólver para matar los miedos, mientras que otro transporta una metralleta para crear las agujas de la muerte. La tensión sube de niveles,

Ella sabe que va a morir

El tiempo está en sus bolsillos

Revisando ella todos los alrededores

Con ojos cadavéricos demasiado rotos

Ahora la niebla poco deja al descubierto

Ellos con los palitroques descompuestos y se burlan a sí mismos Son cuatro o cinco fantasmas que la insultan…

D

Ella gritando un rato con la fusión de los caballos.

Ahora. Está sola. Ya se han retirado los agentes del estado

-¡Voy a morir!! repite a la concurrencia muda e inexistente quedando agotada.

Las voces de mis hijos grabándose en mi cabeza.

Mi madre con taquicardia.

En la Comisaría preguntándole al sargento por enésima vez.

Quico mi marido preocupado dialogando en la Vicaría de la Solidaridad

En el centro de Santiago él mira a los universitarios como reclaman contra los asesinatos del CNI,

Ve transeúntes leyendo el diario Fortín Mapocho

Y con los carabineros arremetiendo con sus lumas en ristre

Por allá otra gente comiéndose la comida chatarra al paso.

Pronto. Mi boca se seca

Algo raro me está sucediendo y suplico

al todopoderoso o como se llame que proteja a mi familia

Mis recuerdos confesándose entre los pliegues de mis carnes

pero alguien me patea con todas las furias,

Estoy absorbiendo todos los castigos de mi vida

Con los rictus de esas bocas que se van multiplicando

Ella todavía con el hielo de la noche

Mi rostro húmedo como una gran inundación

Y muevo mis pequeños ojos sin poder tocarlos siquiera

y como muchas manos están divirtiéndose contra mi pellejo

Apuro mi respiración pensando en mi madre

y un puño helado choca en mi estómago

y mis pobres brazos se van tornando tan violáceos

Ahora. Varias manos me entrecruzan cables

Como un pastel de manzana lleno de grietas

y confluye desesperadamente lo cotidiano

y yo pudriéndome entre los aullidos de la noche

Yo. Regresando de un paseo dominical en mi infancia

Y no sé cómo hoy ha desaparecido mi cuerpo de mi casa

Tampoco sé cuántos cartuchos de dinamita rodean mis extremidades

Y tengo las manos y las piernas fuertemente amarradas y con los gritos de las bestias Y con sus risas histéricas jugando a los vaqueros Y como se recuerdan del mítico james bond cuando éste elimina a sus enemigos

Hoy. Cuento los segundos que me quedan para estrujar todos mis aires y algunos pajarracos con sus revoltosos graznidos pasan veloces y luego están revoloteando para vencer esas fuerzas extrañas / Quise ser una madre moderna con mis hijos y ellos piensan de todo Quise darle felicidad a tantas personas de la población Cuantas alegrías…

(Un perro negro. Se aproxima con precaución. Con sus orejas buscando con los oídos algunos sonidos. Ladra ladra tratando de apoderarse de un pedazo de mi cuerpo. Finalmente descargando sus desperdicios).

-Oye, mira si como el tiempo se va adelantando quiere decirnos algo revelándose uno al otro de los adolescentes / Mi mente como que percibe con fracción de segundos aquellos engranajes del fatídico reloj

Es el nAciMienTO dE uN rUiDO((((

Y este de golpe va tragándose todo

Y cada uno de sus chasquidos

Y sus piernas VUELANnn

Como si fuesen ramas

Y sus brazos alados

DESTORnillándose

Y crujen sus huesos

a-b-r-i-é-n-d-o-s-e

una gran ventana

entre sus pechos

Y el aire como se aniquila

Y su testera desprendiéndose

Y como bala de cañón se incrusta

En los metales de la torre eléctrica

Algunas sombras

con los pobladores furtivos que

notan a la distancia

como los bandidos se reparten las moléculas

Y

con la Radio Cooperativa que está llamando tan temprano…

Atención Y son las 5.45 a.m.

“Y le contamos

Hemos descubierto que la tierra otra vez quedó mojada con la sangre de una víctima…”

(María Loreto Castillo Muñoz. Dinamitada por la CNI)


ESCRITOR RHOMENAJE AHOMENAJE AL GRAN ESCRITOR GUERRILLERO SALVADOREÑO ROQUE DALTON ASESINADO POR SUS PROPIOS CAMARADAS COMUNISTAS


TON

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martes, 1 de diciembre de 2009

Cartas de Petición de Leonidas Morales (Chile)


CARTAS DE PETICIÓN

Leonidas Morales 
En Chile, entre 1973 y 1989, es decir, durante todo el largo período de la dictadura militar, se escribieron y enviaron miles de cartas como la que aquí se publica. El emisor en cada una de ellas le formula siempre al destinatario una petición cuyo origen remite invariablemente al estado de represión permanente que el golpe militar introduce: saber el paradero de un familiar detenido, que se investiguen los términos inaceptables de una muerte, que se deje en libertad a un detenido sin juicio durante largos meses, que se ponga término a una incomunicación prolongada, que se suspenda la prohibición de abandonar un determinado lugar de residencia, etc. Por eso en adelante me referiré a ellas llamándolas cartas de petición. Los archivos de los organismos creados en esos años para intervenir en la defensa de los derechos humanos, sobre todo el archivo de la que fue la Vicaría de la Solidaridad, de la Iglesia Católica, conservan copia de una gran cantidad.
Sin duda representan, como conjunto, una modalidad particular de realización del género discursivo carta. El análisis amplio de tal modalidad genérica, desde luego inviable sin poner en relación de sentido sus aspectos formales con el contexto político que la enmarca y la hace posible, lo intento en otro lugar (1) (aquí, naturalmente, no puede disponerse del espacio necesario). Me limitaré ahora a hacer sólo algunas consideraciones mínimas, apenas las suficientes para dibujar, pero sin entrar en su trama, tres líneas temáticas mayores que se desprenden de una lectura crítica de las cartas. Empezando por la línea principal, base de las demás: aquella que se configura tan pronto uno se pregunta por las marcas textuales que diferencian a estas cartas de petición como modalidad genérica. Son marcas que afectan al emisor, al destinatario, a sus identidades, a las relaciones entre ambos, a la forma del enunciado que contiene la petición y al diseño o factura de la respuesta del destinatario (cuando la hay). Digo en seguida cuáles son.
En todas las cartas de que hablo: 1) el emisor es un sujeto privado (doméstico incluso), y desde esa condición se dirige a un destinatario que, por el contrario, ostenta un rango público como instancia del poder político que se entroniza con el golpe militar del 11 de septiembre de 1973. 2) Mientras en la identidad del emisor entran variables diversas (es rural o urbano, de Santiago o de provincia, de clases sociales medias o de sectores populares: una pluralidad pues territorial, cultural y social ), en la del destinatario las variables se reducen prácticamente a dos (el nivel jerárquico y la especificidad institucional del poder político del que éste es instancia: miembro de la Junta Militar, Ministro, Presidente de la Corte Suprema, Intendente, Gobernador, Jefe de un Servicio Policial, de Inteligencia, etc.), uniformándose así la identidad.(2) 3) Desde el punto de vista del poder, entre emisor y destinatario hay una relación de asimetría total: el emisor no dispone de ningún poder para exigir que su petición sea atendida o satisfecha (ni siquiera para obtener una respuesta): el destino o la suerte de la petición dependen sólo y exclusivamente de quien sí tiene poder porque es pieza de su engranaje: del destinatario. 4) Como efecto de tal asimetría, para que la petición pudiera tener alguna expectativa de acogida, el emisor se ve obligado a poner en juego estrategias discursivas orientadas a no aparecer en una posición de conflicto, de disidencia, con la tópica del discurso oficial del poder, y más bien, con frecuencia, apelando a la misma, o a categorías éticas universales (el sentido de justicia, la piedad o la conmiseración). 5) Quien escribe lo hace como testigo, diciendo lo que le consta: de ahí que la escritura de la carta aparezca siempre dominada por el discurso testimonial. 6) Este discurso expone los hechos y las circunstancias en cuya "verdad" se funda, precisamente, la petición. 7) Sólo algunas cartas, muy pocas, tuvieron respuesta. Y con escasas excepciones, la respuesta refuta las evidencias del testimonio (las niega), y lo hace de acuerdo a un modelo argumental apriorístico, de corte burocrático por su rigidez y repetición.
Una segunda línea temática (proyectable más allá de los límites territoriales y temporales de las cartas de petición de la época de la dictadura chilena, más allá incluso del género mismo de la carta) se despliega focalizando dos problemas puntuales, conectados ambos. Uno: el de las condiciones (políticas, institucionales, sociales, culturales) desde las cuales se abre, para determinados grupos de seres humanos, el horizonte de la pertinencia y la urgencia de la realización de un género como la carta bajo la modalidad de una carta de petición centrada en un discurso testimonial. Dos: el de la clase de "historia" (o "relato" histórico) susceptible de inferir a partir de este discurso testimonial.(3) Estoy pensando en la singular historia que de esos años (1973-1989) es posible construir desde el discurso testimonial de estas cartas de petición. Frente a la historia escrita por historiadores profesionales (con enfoques de legitimación o de condena del golpe militar y de la dictadura que inaugura), o por periodistas (dentro de un género que suele ser el del reportaje o el de la crónica), pero donde el sujeto es eminentemente público, institucional, y, cuando es privado, lo es sólo como referente, estas cartas permiten construir una historia distinta, protagonizada enteramente por un sujeto privado. Sería la historia de un sujeto privado cuyo mundo es invadido y roto por la violencia criminal de un poder político militarizado.
La tercera y última línea temática que quiero presentar, queda insinuada de inmediato cuando se repara en que estas cartas de petición, como modalidad genérica, no constituyen para nada un caso aislado o solitario en Hispanoamérica: forman parte de una larga tradición. Tal tradición parece iniciarse junto con la Conquista y la Colonia. Pero no se trata de una tradición monolítica: dentro de ella hay variantes. Para determinar a qué variante se articulan exactamente nuestras cartas de petición, me parece fundamental considerar la posición del sujeto emisor en el interior del sistema político correspondiente. Las cartas de Pedro de Valdivia o de Hernán Cortés, por ejemplo, son cartas que contienen igualmente una petición anclada en un discurso testimonial que internamente la funda, y van dirigidas, asimismo, a un destinatario público, a una instancia del poder político institucionalizado (la máxima en este caso: el rey). Pero hay aquí una diferencia esencial: el peticionario forma parte beneficiaria del mismo sistema de poder político que el destinatario.
Creo, en cambio, que las cartas de petición escritas en Chile entre 1973 y 1989 se articulan con más propiedad a otra variante de la tradición: a una originada en el mundo indígena. Se sabe que los españoles, como parte de sus planes de dominación, se ocuparon desde el comienzo (a través de la iglesia como mediadora) de la nobleza indígena para enseñarles a sus miembros a leer y a escribir, y así, mediante la escritura, someterlos cultural e ideológicamente.(4) Pero muchos de estos indígenas usaron luego la tecnología de la escritura y recurrieron al género de la carta para formular también peticiones (dirigidas al rey o a alguno de sus representantes en América) y también fundadas en la "verdad" de un discurso testimonial. El extenso escrito de Guamán Poma, Primer nueva coronica y buen gobierno, es una carta de petición. Las cartas de los indígenas(5) y las que aquí nos interesan tienen algo fundamental en común: son cartas de petición escritas desde sectores dominados, o sojuzgados, por la violencia armada e invasora(6) de un poder victorioso. O también: en ambos casos están escritas desde un orden (social, cultural, institucional) que el invasor ha destruido para sustituirlo.
Algunas observaciones finales sobre la carta que a continuación podrá leerse. Por supuesto, en la medida en que pertenece a la modalidad genérica de la carta de petición, pasan también por ella las tres líneas temáticas ya descritas. Pero, obviamente, en su texto hay además algunos rasgos no generalizables, que no son compartidos necesariamente por el conjunto, y que más bien funcionan como individualizadores del texto. Uno de ellos: el fuerte sustrato de oralidad que hace visible la escritura (en el léxico y, sobre todo, en la sintaxis y los nexos discursivos), acorde con la identidad social y cultural del emisor (urbano y de clase media baja). Otro, quizás el más sorprendente, el de mayor efecto emotivo sobre el lector: es una carta firmada por tres mujeres jóvenes, pero escrita sólo por dos de ellas y en forma sucesiva: una la primera parte, otra la segunda (la más extensa). Estas dos voces, cuyos testimonios ponen en el centro del discurso el sinsentido de unas muertes violentas (la de los maridos) que rompen bruscamente el transcurrir de las rutinas de una cotidianeidad, unas muertes por las que ellas claman explicación, evocan en el lector de la carta el movimiento desalado de los cuerpos y el desgarro interior de otras voces de mujeres que nos llegan desde la antigüedad, desde los textos trágicos griegos, también enfrentadas a unas muertes que ofenden a la razón y escandalizan el sentimiento de lo justo. La respuesta que las mujeres reciben intensifica el sinsentido de las muertes y profundiza el escándalo moral: el destinatario (instancia de un poder dictatorial) niega (arbitrariamente) la "verdad" testimoniada. En otras palabras: la respuesta hunde en el fracaso a la carta misma como intento de diálogo.

Santiago, 19 de diciembre de 1973(7)
Señor
General Don Sergio Arellano
Jefe de Estado de Sitio de la provincia de Santiago
Presente

Muy señor nuestro:
Con todo respeto nos hemos atrevido a dirigirnos a Ud. para plantearle nuestra angustiada situación.
Somos tres mujeres desesperadas. Nuestras edades fluctúan entre los 21, 23 y 33 años. Cada una de nosotras tiene 2 niños cuyas edades van desde una menor de un año nueve meses y el mayor un niño de nueve años.
El problema por el cual estamos sufriendo es el fusilamiento de nuestros esposos, los cuales eran totalmente inocentes de los cargos que a ellos los culparon. Por el honor nuestro, la vida de nuestros pequeños hijos, Dios y nuestra patria juramos que ellos eran inocentes.
Los hechos eran los siguientes. Disculpe si está mal redactado pero usted con su benevolencia nos sabrá entender.
Yo, María Teresa Escobar Camus, dueña de casa, el día domingo 30 de septiembre de 1973 llegué a mi casa aproximadamente diez para las diez de la noche, ubicada en Santa Rosa Nº 2201. En ella se encontraban mi esposo Jorge Oyarzún Escobar de 23 años, egresado de la Escuela de Artes Gráficas, no ejercía su profesión pues era dueño de una botillería, mi hermano Juan Escobar Camus, de 31 años de edad, de profesión comerciante en carpas y cortinas de sombra, y mi cuñado Sergio Muñoz González de 32 años, de profesión relojero pero actualmente dedicado a comerciante junto con mi hermana en la venta de ropa de todo tipo. Se encontraban conversando y bebiendo. Inmediatamente llegada yo les hice ver que debían irse a sus casas, pues ya se acercaba la hora del toque de queda que en ese tiempo era a las diez de la noche. Mi hermano Juan, dueño de un vehículo Simca 1.000 de color naranja, se levantó inmediatamente y me dijo, voy a dejar a mi cuñado Sergio, que vivía a siete cuadras de distancia, exactamente en Nataniel 1955. Yo y mi esposo para quedar más tranquila le digo a mi hermano que de vuelta pase a avisarme, pues él para llegar a su casa tenía que pasar obligadamente por allí, ya que él vivía en Placer 2326. Pasados diez minutos y al ver que no pasaba, mi marido se impacientó y se puso muy nervioso. El sufría de una Epilepsia Sicomotora y quiso salir a buscarlo. Yo traté por todos los medios de que no saliera, pero dada su enfermedad no me hizo caso y salió.
Yo, Mireya Escobar Camus, testigo principal de todos los hechos, de 21 años de edad, casada con Sergio Muñoz González, me encontraba en la puerta de mi casa ubicada en Nataniel 1955, casa 2 esperando la llegada de mi esposo. No eran las diez de la noche aún y en las calles se encontraban la mayoría del vecindario. En esos mismos momentos veo doblar por la calle el auto de mi hermano Juan. Como a la mitad de la cuadra le sale al paso una patrulla de pie, compuesta por dos civiles y un Sargento los cuales dispararon al auto. Con los nervios no sé precisamente cuántos fueron los disparos, pero yo veía el auto en llamas. Entonces atravesé gritando, señor, señor por favor no disparen que es mi marido y mi hermano que vienen llegando. Al parecer unos de los neumáticos se reventaron con los disparos por lo que el auto se volcó. Al no ser escuchada corrí a mi casa a buscar documentos de identificaciones mío y de mi esposo. Traté de pasarle al jefe de la patrulla que era un Sargento que más tarde averiguamos con él mismo que se apellida Rodríguez. A su vez mi hermano trataba de identificarse pasándole su carnet de identidad, de chofer, padrón del auto y tarjeta de trabajo, pero estos señores no lo dejaban hablar. Luego a mí me llevaron a mi casa con mis niños que lloraban y a punta de metralleta me dijeron que me entrara. Lo último que alcancé a ver fue que se los llevaban a ellos arrastrándolos. Esa noche me amanecí llorando y rogándole a Dios por la suerte de ellos y confiando que nada malo les pasaría. Al terminar el toque de queda de la mañana del 1 de octubre del presente año me fui a avisar a mis padres, cuñadas y demás familiares. Ahí mi hermana me dijo que su esposo no había llegado esa noche. Como a las ocho de la mañana una vecina del pasaje donde viven mis padres desde hace 38 años, donde nacieron mis diez hermanos y yo, nos viene a avisar que al dirigirse a su trabajo y al pasar por Bío-Bío con Lord Cochrane habían tres cadáveres, al acercarse inmediatamente reconoció a mi hermano pues lo conocía de niño. Corrimos todos enloquecidos de espanto y al llegar al lugar de los hechos recién habían levantado los cuerpos, quedaban allí sólo unos conocidos del lugar y el cuidador de la escuela en cuya pared fueron justiciados. El estaba lavando el suelo y la pared. A este señor le preguntamos que podría darnos alguna información, pero se negó a contestar, solamente nos dijo que los fusilados allí eran unos extremistas que andaban por los techos de la población militar. Una de mis hermanas no conforme con la respuesta se quedó atrás y vuelve donde él y llorando le ruega que le diga la verdad y él conmovido le da los apellidos de Escobar y Muñoz y diciendo no saber nada sobre el otro cadáver. Ella esto se lo calló al vernos más calmadas. Y desde allí comenzó todo el día un ir y venir por todos los lugares a donde ellos nos mandaron. Nos dijeron primeramente que fuéramos al Tacna, allí nos dijeron que no estaban y que nos dirigiéramos al Estadio Nacional. Allá llegamos y conversamos con el carabinero que estaba de turno, éste nos dijo que teníamos que esperar tres días para obtener alguna información. Tristes y abatidas nos dirigimos nuevamente a la casa. De pronto a alguien se le ocurrió ir a la Cuarta Comisaría que es la unidad de carabineros más cercana, allí conversamos con un carabinero que estaba en la puerta, al cual le dimos los nombres de ellos y él inmediatamente nos dijo que no perdiéramos el tiempo y que fuéramos al Instituto Médico Legal. Como a las doce del día una cuñada y la tía de ésta se dirigen nuevamente al Blindado Nº 2 y logran hablar con el Sargento que los había detenido y este señor que es el Sargento Rodríguez le aseguró a ellas que los fusilados no eran ellos y a los que nosotros buscábamos desesperadamente estaban detenidos en el Tacna por andar fuera del toque de queda, y el parte él lo pasó por ebriedad. También este señor le hizo entrega a mi cuñada de todos los documentos de mi hermano Juan y les dijo que se los llevaran al Tacna pues allá él los iba a necesitar. No conforme con esto yo y la esposa de mi hermano corrimos a ubicar al Sargento Rodríguez, al acercarnos a él yo le digo, Sargento, ¿se acuerda de mí?, usted anoche detuvo a mi marido y a mi hermano los del Simca naranja. El se acordó inmediatamente de mí. Entonces mi cuñada le muestra los documentos de mi hermano y le dice, señor, por favor dígame la verdad, supimos que aquí anoche habían sido fusilados unos extremistas y no quiero pensar que sean ellos pues ellos jamás se metieron en política ni en nada, y él mirándome a los ojos me dijo, señora el gordito de lente, por mi marido, está detenido en el Tacna por ebriedad y andar pasado del toque de queda, váyase tranquila a su casa. Yo le vuelvo a insistir por qué usted tenía sus documentos si donde él esté detenido le harán falta.(8) El me contestó que los tenía pues se le había olvidado entregárselos a su superior. Regresamos con fe y esperanza a la casa nuevamente para allí encontrarnos con todo un cuadro de dolor y desesperación. Mis hermanos habían ido a Investigaciones y allí les habían confirmado que ellos tres estaban muertos. Nosotros no creíamos pues mi otro cuñado no iba en el auto con ellos, entonces ¿cómo estaban juntos ellos? ¿Cómo los juntaron y dónde? ¿Y por qué pusieron en el diario que ellos tres dispararon del auto, cuando en el auto iban sólo dos y ellos jamás tuvieron armas? ¿Quién les daría a los diarios esa información, cuando el mismo Sargento Rodríguez que los detuvo nos aseguró que el parte era por ebriedad? ¿De quién es la equivocación y el error? ¿Acaso del oficial de guardia del Tacna, o del sub-oficial del Blindado Nº 2?
Esto es lo que esperamos de Uds. los militares, una investigación y si es posible que se abra un sumario. Se lo pedimos de rodillas que por favor nos escuche, pues Ud. es el único que nos puede dar la conformidad y justicia que necesitamos para seguir viviendo y luchar por nuestros pequeños hijos y a la vez desmentir categóricamente de que ellos eran extremistas. Si se nos hace justicia a pesar de nuestro dolor, siempre bendeciremos su nombre y volveremos a tener fe en la justicia militar.
NOTA: En el Ministerio de Defensa en la sección donde se encuentra el Juzgado, en las listas de fusilados ellos no aparecen.
Agradecidas de antemano y esperando su buena acogida se despiden de Ud. atentamente S.S.S.
María T. Escobar de Oyarzún
Carnet 5.329.258 Santiago
Mireya Escobar de Muñoz
Carnet 634.758 Santiago
Margarita Piña de Escobar
Carnet 70.374 San Miguel

Nuestra dirección actual de las tres es Arauco 1046, casa 21, Santiago.

Respuesta:
Santiago, 22 de enero de 1974
Del Comandante en Jefe del AJSI.II.D.E.
A las señoras
          María T. Escobar de Oyarzún
          Mireya Escobar de Muñoz y
          Margarita Piña de Escobar

Acuso recibo de su carta de 19 de noviembre(9) de 1973, por la cual Uds. solicitan información sobre las circunstancias en que murieron sus esposos Jorge Eduardo Cristián Oyarzún Escobar, José Sergio Muñoz Escobar y Juan Escobar Camus.
Según la documentación existente en el Cuartel General de mi mando, sus esposos fueron fusilados, al ser sorprendidos disparando contra la Población Militar Bío Bío, el día 1º de octubre de 1973.
Consecuente con su petición, les informo que se está realizando una investigación debido a que en su carta aparece el nombre de un Sargento que no es miembro de ninguna Unidad bajo mi mando.
Saluda Atte. a Uds.
Sergio Arellano Stark
General de Brigada
Comandante en Jefe del AJSI.II.D.E.


 Notas

(1) Es probable que el año siguiente aparezca un libro mío con una selección extensa de estas cartas, precedida de un estudio detallado de las mismas.

(2) Tanto la identidad del emisor como la del destinatario, aunque de forma distinta, influyen (y casi está de más decirlo) en la escritura de la carta.

(3) Incluyendo desde luego el sentido de las estrategias discursivas orientadas a "sensibilizar" o a persuadir al destinatario de la carta.

(4) Sobre el punto, véase Martin Lienhard, La voz y la huella. La Habana, Ediciones Casa de las Américas, 1990.

(5) Un buen número de estas cartas aparecen publicadas en Testimonios, cartas y manifiestos indígenas. Selección, prólogo, notas, glosario y bibliografía de Martin Lienhard. Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1992.

(6) En un libro reciente que analiza el texto de los bandos de la dictadura militar chilena, vuelve a subrayarse su carácter de ejército "de ocupación": Manuel Antonio, Roberto y Carmen Garretón, Por la fuerza sin la razón. Santiago, LOM Ediciones, 1988.

(7) El lector de esta carta advertirá en su escritura formas léxicas, sintácticas y de puntuación muy alejadas de la norma culta. Son formas que hay que remitir, para su comprensión, a la identidad cultural del emisor, que revela niveles de escolaridad muy primarios.

(8) Este pasaje es confuso, pero del contexto se deduce que cuando la mujer que habla dice "sus documentos" no se refiere a su marido, "el gordito de lente", sino a su hermano Juan.

(9) Hay aquí una discordancia de fechas, pero que afecta sólo al mes: la carta de las mujeres aparece fechada el 19 de diciembre, y la respuesta en cambio se refiere a ella como fechada el 19 de noviembre.

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